El nacimiento de la aromaterapia

El término “aromaterapia fue acuñado por primera vez en el año 1928 por René-Maurice Gattefossé, un químico francés que trabajaba en la empresa perfumera de su familía, quien quedó fascinado por las posibilidades terapéuticas de los aceites, tras descubrir, por accidente, que la lavanda curaba con bastante rapidez una grave quemadura que se había hecho en la mano y ayudaba a prevenir las cicatrices.

Otro médico y científico francés, el doctor Jean Valnet, utilizó los aceites esenciales como parte de un programa en el que trató con éxito ciertos desórdenes específicos, tanto médicos como psiquiátricos, y cuyos resultados publicó bajo el título de Aromaterapia.

La Obra de Valnet fue estuadiada por Marguerite Maury, quién aplicó sus investigaciones a sus terapias de belleza, en las que proponía revitalizar a sus clientes creando un “complejo aromático estrictamente personal que adaptaba al carácter de la persona y a sus particulares problemas de salud. De aquí que yendo más allá de cualquier simple objetivo estético, las esencias perfumadas, cuando son seleccionadas correctamente, equivalen a muchos agentes medicinales.”

En algunos aspectos la palabra aromaterapia, puede resultar engañosa porque sugiere que se trata de una herramienta curativa que funciona exclusivamente a través del sentido del olfato y sobre las emociones. No se trata solo de esto, porque además de su olor, cada aceite posee una combinación propia de constituyentes que interactúa directamente con la química corporal, lo cual afecta a su vez, a determinados órganos en conjunto. Por ejemplo, cuando se utilizan los aceites externamente en forma de masaje, se absorben fácilmente a través de la piel y se extienden por todo el cuerpo. Esto puede demostrarse frotando un diente de ajo en las plantas de los pies; su contenido en aceites volátiles será transportado por la sangre y el olor aparecerá en el aliento un poco más tarde. La piel absorbe los diferentes aceites esenciales con distinta intensidad.

Por consiguiente es importante reconocer que los aceites esenciales tienen tres tipos diferentes de acción en relación a cómo interrelacionan con el cuerpo humano: farmacológica, fisiológica y psicológica. El efecto farmacológico está relacionado con los cambios químicos que tienen lugar cuando un aceite esencial penetra en el flujo sanguíneo y reacciona con las hormonas y enzimas, etc.; el efecto fisiológico se relaciona con la manera en que un aceite esencial afecta al sistema corporal, ya sea sedándolo o estimulándolo, etc.; el efecto psicológico tiene lugar cuando una esencia es inhalada y el individuo responde a su olor.